5.17.2014

Una pesadilla, un libro para descargar y desvaríos varios


Mantengo en mi boca, durante más de 10 segundos, el agua mezclada con café soluble y azúcar blanca recién recalentada en el horno. Hasta cierto punto la bebida está cargada. No sabe mal. De repente pienso que tecleo en una máquina de escribir. Me trago el sorbo. Desde pequeña me relacioné con máquinas de escribir... como desde los... ¿8? Nunca aprendí a mecanografiar. Mi papá es abogado litigante.

A punto de comenzar la secundaria (técnica), en esos días ¿propedéuticos?, cuando nos enseñan los salones y conocemos a los maestros, prefectos y administrativos, yo mantenía la idea de que tenía inclinación hacía el taller de secretariado, quizá ciertas aptitudes, nada súper-egocéntrico lo reconozco; antes de elegir me pareció que sería una buena opción. Pero me gustaba todo. En el cuestionario de aptitudes, cuyo resultado utilizarían las autoridades escolares para colocarnos a todos los estudiantes en dichas materias prácticas, en las que duraríamos los 3 años de la escuela, fui tan neutral en todas las opciones –máquinas y herramientas, secretariado, electrónica, electricidad e industria del vestido – que sospecho que me aventaron a lo más obvio: Industria del vestido.

De pequeña, y hasta mediados de la educación media superior, me obligué a adoptar el gusto por lo que realizaba. Tenía que mentalizarme antes de hacer algo que no me gustara, si no no podía. Cuando no lo lograba, empezaba a sudar lumbre: pensaba las peores de las cosas; me enojaba con todos y más conmigo. 

Un sueño a los 9 años de edad. Un día que tuve una tradicional riña con mi prima/hermana, mi compañera y amiga con la que siempre me peleaba y competía hasta la escuela primaria. 


"La primera vez que la vi, pensé que así eran los ángeles", dijo Flavio, el dirigente de la estudiantina, que dijo la primera vez que nos vio, refiriéndose a ella. Ella tenía los labios más carnosos y bonitos que conocí en mi infancia; cuando hacía frío se le ponían morados, casi negros. Todavía guardo una falda que alguna ves me prestó y nunca le devolví, en ese entonces no me quedaba.

EL SUEÑO: Estamos ambas en el patio de la casa de mi abuelita materna, donde las dos vivimos. Hay una higuera de fondo. Pasan más personas pero nadie se queda mucho tiempo; entre ellos, los señores de la frutería a los que mi abuelito les renta el local. Aprovecho que no pasa nadie y que ella está distraída recogiendo algún papel, juguete o basura para morderle el brazo. Le arranco un pedazo de carne. Se nota la mordida. Chorrea sangre y llora. Se olvida de mí. No piensa. Duele y sufre. Yo me quedo congelada y empiezan a llegar mis tías y ¡mi abuelita! que la empieza a curar y cuestionar. La prima/hermana no responde. Ya se le puso la cara morada. Todos se asustan. Alguna tía la regaña porque no habla y no respira. Nadie me mira, y quiero regresar el tiempo. La multitud se disuelve para llevarla a algún lugar, ya sea en la casa o en el sanatorio de la colonia. Nadie me acusa. Me quedo sola en el patio, con ganas de llorar pero sin poder. Quisiera no ser mala. O al menos ser mala como ella: de frente. Mi mamá me habla y me dice que mi papá quiere que barra el patio. 

La intens(c)ión era escribir un post sobre mi lectura de Escritos para desocupados; cosa de la que me desvié y estoy segura que no puedo regresar porque "estoy segura".


El libro de Vivian Abenshushan es una especie de ensayo compuesto de otros ensayos; me parece una historia de la contracultura de nuestros tiempos. Habla del trabajo asalariado y no asalariado en México; del ocio y los beneficios de éste para el trabajo; las injusticias en el ambiente laboral; de la tiranía del copyright (nombre de uno de los textos); de la importancia del contraensayo ("libres, anar- quizantes, imprevisibles, anómalos").

Algunos podrían tildarlo de fantasioso y eso me emociona. Considero que desde las primeras oraciones sabrás si te gusta o no, y decidirás si sigues por puro morbo o de plano abandonas la misión. 

Fue publicado bajo la licencia de Creative Commons, y su contenido lo puedes "reproducir y compartir por cualquier medio, siempre y cuando no se haga con fines comerciales, se respete su autoría y esta nota se mantenga". Así es que, si es que existe la cruda de la descarga, no te preocupes porque viene con birria incluida.  

Para llevar comiendo: 

No hay comentarios.:

Publicar un comentario